10 discos de los 60'. Pt. 2

 

Cecilia - La incomparable Cecilia (1965, Odeon)


El 65' Cecilia era una pop star y este disco viene a publicarse en su momento de mayor popularidad. "Si no estás", "Aleluya" o "Como esa nube" habían sido ya canciones que como singles individuales en 45 habían dado cuenta de que Cecilia todo aquello que publicaba se transformaba en oro preciado. El Caupolicán lo llenaba en matiné y vermú. Y sus shows no eran la histeria de los cuartetos o solistas masculinos de la época si no que ella con su sola presencia, su performance, causaba devoción e histeria con códigos que no estaban para nada en el sentido común de la época. Ya en el verano, en el Festival de Viña del Mar, había ganado con "Como una ola" la competencia y había dejado un estrago que hasta el día de hoy se recuerda: el beso desde el taco a la platea. Cecilia era una diva, o una queen como se dice hoy. Transgresora, de subirse a un escenario y no tener ningún escrúpulo en ser arrogante, casi masculina, alejadísima de cualquier cliché del ser mujer. Cecilia, si bien, como hemos dicho, se le reconoce, aún hasta el día de hoy no se valora la importancia de lo que  provocó en la incipiente recepción de la música popular que había en esos años. Hoy en día, incluso cantando el mismo tipo de música estaría muy reconocida. El disco, es una colección de canciones, pero la mitad son clásicos absolutos y que viene a confirmar lo ya demostrado el año anterior. Fue tanto lo que produjo entre el 64' y el 65' que Cecilia pudo detener ese huracán de música que estaba haciendo. Lo había logrado, era la más grande, en el ocaso de la llamada Nueva Ola y el inicio de una música chilena que iba a disparar en múltiples direcciones.



 

Patricio Manns  - Entre mar y cordillera (1966, Demon)



Patricio Manns se demoró en dedicarse a la música, es alguien más bien tardío tal como muchos de sus coetáneos, como Víctor Jara. A qué se dedicaba antes de la edición de su primer single, que abre este disco, "Arriba en la cordillera", sería larguísimo contarlo. Lo que sí es que era periodista, escritor en definitiva, por la época. Se decidió a grabar porque ya había compuesto canciones sin interpretarlas, "Bandido", grabada por Los Cuatro Cuartos por ejemplo. Y esta relación con ese conjunto no es menor, para su música, porque fue el Chino Urquidi (integrante y líder del conjunto) el que hizo los arreglos para "Arriba en la cordillera", primer single que lanzó y que abre este disco, su voz y la voz de dos integrantes de Las Cuatro Brujas arreglan el inicio emblemático de dicha canción. El single fue un hit, y cambiaba totalmente la música chilena, al hacer una canción que tuvo mucha repercusión y que si bien sonaba muy al Neofolcore que imperaba en la época e introducía una lírica que ya era parte de la música que circulaba en los contornos de algo que comenzara a visibilizarse, a partir de Rolando Alarcón pero también de los hermanos Parra y parecía tomar la posta de lo que ya hacía Violeta Parra. Camilo Fernández (del cual se debería mucho hablar), que ya había producido el single, produjo el disco y también las primeras incursiones de los hermanos Parra, haciendo de Demon el sello que acogía esta nueva escena (Víctor Jara publicaría su debut en el mismo sello meses después). El disco, "Entre mar y cordillera", es nuestro Highway 61 Revisited, poco antes editado, cambió la música chilena. Es el comienzo de La Nueva Canción Chilena, pero también el puente desde el Neofolclore. Su relación con el Chino Urquidi es paradigmática, cuatro año después, serían contendientes en la campaña presidencial de 1970.



Pedro Messone - El Solitario (1966, RCA Víctor)


El prejuicio con Pedro Messone es grande. Sobre todo para alguien que vivió su despertar musical en los 90', personaje asociado a la Dictadura, al facherío, un personaje que Los Chancho En Piedra se burlaban en el inicio de su debut, en 1995, donde lo nombraban dentro del cúmulo de personajes asociados a un cierto folclor de nuestra infancia. Ante eso, es muy difícil tratar de escucharlo en serio. Sin embargo, El Solitario es un disco que sin duda está entre lo más excelso de los años 60'. Messone ya era, en el año 66' alguien más o menos reconocido, voz principal de Los Cuatro Cuartos, decide salirse de la banda y grabar en solitario. Dejó la banda pero potenció toda una escena vinculada al folclor que en esos años no solo tenía un aprecio de parte de la crítica (incipiente en la época) sino que también a nivel masivo. La música que se escuchaba en esa época era esta, pero también el debut de Jara o de Manns, sinceramente, no había mucha distancia. Si uno lo analiza con la perspectiva de cuál fue el destino de los demás en comparación con Messone, un acomodado en los 70' y 80' en cierto jet set asociado a lo peor de la Dictadura, es evidente que el interprete queda en un mal pie. Pero yendo a su música y en particular a este disco, veremos que es un disco superlativo, con un sonido que hoy suena más a pop que a folclor, y que sin ningún problema se podría emparentar a cosas que ha hecho alguien como Gepe. No suena para nada a algo sin calidad o condenada a ser una música meramente decorativa y que el conservadurismo ha levantado como suya. Acá vemos una música muy bien hecha, con excelentes arreglos, y que desde la portada, muy en la onda de la época y que daba una imagen pop a una música que de una u otra manera se vinculaba al folclor, es algo que da cuenta de una avanzada. El porvenir de Messone es cuento para otra cosa, pero "El ovejero", "El ciruelo", el tema titular del disco y su muy bonita versión de "El cigarrito" (editada por Víctor Jara meses antes, lo hacen un disco que demuestra una transversalidad no solo musical sino que también temática. Los 60' eran otra cosa, sobre todo a mediados de dicha década.



José Alfredo Fuentes - José Alfredo Fuentes y sus amigos (1966, Caracol)


Mientras acontecía todo este devenir hacia el folclore o más bien cómo el folclore devenía algo nuevo, entre el pop y los aires del canto protesta que venían desde el norte, El Pollo Fuentes se encumbraba como el fenómeno pop del año. Su tercer single (incluido en este disco), "Te perdí", volcó toda la atención de las radios y las revistas hacia este joven de 19 años, que con una composición propia instaló un hitazo, que hizo que la juventud y sobre toda las jóvenes pusieran como nuevo ídolo a este joven que venía de San Miguel (sí, otro más). Desde fuera pero también dentro de esa época, El Pollo solo era eso, un fenómeno pop, un Justin Bieber, por años y décadas siempre invisibilizado, para mi generación un personaje televisivo, uno que participó en Chacarillas, queremos creer que sin saber muy bien de qué se trataba, pero esa era su imagen. Quizás menos cringe que la de Messone, porque El Pollo se nos hizo familiar, estaba metido en la once de cualquier casa de los años 90, pero sin embargo, sus canciones, si vamos a ella, y mas encima las propias como la ya nombrada "Te perdí" hacen que podamos revalorarlo. El hit ese creó algo. Creó un sonido que ni la Nueva Ola, ni el Neofloclore, ni menos La nueva canción, tuvieron alguna incidencia. Una balada pero con un fraseo, unos arreglos y una candencia que fue replicada posteriormente por Los Tres, por Los Bunkers, bandas emblemáticas del llamado rock chileno. Dando a entender que la música chilena va por este carril. Paralelamente el movimiento beat nos hacía creer que el rock chileno estaba ahí, en esa replica media forzada de la música foránea, creemos que lo que realmente se estaba fundando estaba en esa canción y en otras más como "Te olvidaste de mi" o "Enamorado de mi". El Pollo Fuentes era la música popular de la época, como el mismo dijo hace muy poco, a mi me escuchaban de Plaza Italia para abajo, y por eso lideraba las carpas trashumantes de la Unidad Popular, porque el pueblo lo quería. Eso hay que atenderlo.