10 discos de los 60'. Pt. 2

 

Cecilia - La incomparable Cecilia (1965, Odeon)


El 65' Cecilia era una pop star y este disco viene a publicarse en su momento de mayor popularidad. "Si no estás", "Aleluya" o "Como esa nube" habían sido ya canciones que como singles individuales en 45 habían dado cuenta de que Cecilia todo aquello que publicaba se transformaba en oro preciado. El Caupolicán lo llenaba en matiné y vermú. Y sus shows no eran la histeria de los cuartetos o solistas masculinos de la época si no que ella con su sola presencia, su performance, causaba devoción e histeria con códigos que no estaban para nada en el sentido común de la época. Ya en el verano en el Festival de Viña del Mar había ganado con "Como una ola" la competencia y había dejado un estrago que hasta el día de hoy se recuerda: el beso desde el taco a la platea. Cecilia era una diva, o una queen como se dice hoy. Transgresora, de subirse a un escenario y no tener ningún escrúpulo en ser arrogante, casi masculina, alejadísima de cualquier cliché del ser mujer. Cecilia, si bien, como hemos dicho, se le reconoce, aún hasta el día de hoy no se valora la importancia de que lo provocó en la incipiente recepción a la música popular que había en esos años. Hoy en día, incluso cantando el mismo tipo de música estaría muy reconocida. El disco, es una colección de canciones, pero la mitad son clásicos absolutos y que viene a confirmar lo ya demostrado el año anterior. Fue tanto lo que produjo entre el 64' y el 65' que Cecilia pudo detener ese huracán de música que estaba haciendo. Lo había logrado, era la más grande, en el ocaso de la llamada Nueva Ola y el inicio de una música chilena que iba a disparar en múltiples direcciones.



 

Patricio Manns  - Entre mar y cordillera (1966, Demon)



Patricio Manns se demoró dedicarse a la música, es alguien más bien tardío tal como muchos de sus coetáneos, como Víctor Jara. A qué se dedicaba antes de la edición de su primer single, que abre este disco, "Arriba en la cordillera" sería larguísimo contarlo. Lo que sí es que era periodista, escritor en definitiva ya por la época. Se decidió a grabar porque ya había compuesto canciones sin interpretarla, "Bandido", grabada por Los Cuatro Cuartos por ejemplo. Y esta relación con ese conjunto no es menor, para su música, porque fue el Chino Urquidi (integrante y líder del conjunto) el que hizo los arreglos para "Arriba en la cordillera", primer single que lanzó y que abre este disco, su voz y la voz de dos integrantes de Las Cuatro Brujas arreglan el inicio emblemático de dicha canción. El single fue un hit, y cambiaba totalmente la música chilena, al hacer una canción que tuvo mucha repercusión y que si bien sonaba muy al Neofolcore que imperaba en la época e introducía una lírica que ya era parte de la música que circulaba en los contornos de una música que comenzara a visibilizarse, a partir de Rolando Alarcón pero también de los hermanos Parra y parecía tomar la posta de lo que ya hacía Violeta Parra. Camilo Fernández (del cual se debería mucho hablar)  que ya había producido el single produjo el disco y también las primeras incursiones de los hermanos Parra, haciendo de Demon el sello que acogía esta nueva escena (Víctor Jara publicaría su debut en el mismo sello meses después). El disco, "Entre mar y cordillera", es nuestro Highway 61 Revisited, poco antes editado, cambió la música chilena. Es el comienzo de La Nueva Canción Chilena, pero también el puente desde el Neofolclore. Su relación con el Chino Urquidi es paradigmática, cuatro año después, serían contendientes en la campaña presidencial de 1970.



Pedro Messone - El Solitario (1966, RCA Víctor)


El prejuicio con Pedro Messone es grande. Sobre todo para alguien que vivió su despertar musical en los 90', personaje asociado a la Dictadura, al facherío, un personaje que Los Chancho En Piedra se burlaban en el inicio de su debut, en 1995, donde lo nombraban dentro del cúmulo de personajes asociados a un cierto folclor de nuestra infancia. Ante eso, es muy difícil tratar de escucharlo en serio. Sin embargo, El Solitario es un disco que sin duda está entre lo más excelso de los años 60'. Messone ya era, en el año 66' alguien más o menos reconocido, voz principal de Los Cuatro Cuartos, decide salirse de la banda y grabar en solitario. Dejó la banda pero potenció toda una escena vinculada al folclor que en esos años no solo tenía un aprecio de parte de la crítica (incipiente en la época) sino que también a nivel masivo. La música que se escuchaba en esa época era esta, pero también el debut de Jara o de Manns, sinceramente, no había mucha distancia. Si uno lo analiza con la perspectiva de cuál fue el destino de los demás en comparación con Messone, un acomodado en los 70' y 80' en cierto jet set asociado a lo peor de la Dictadura, es evidente que el interprete queda en un mal pie. Pero yendo a su música y en particular a este disco, veremos que es un disco superlativo, con un sonido que hoy suena bien, actual, que sin ningún problema uno podría emparentar a cosas que ha hecho alguien como Gepe, no suena para nada algo sin calidad o condenada a ser una música meramente decorativa y que el conservadurismo ha levantado como suya. Acá vemos una música muy bien hecha, con excelentes arreglos, y que desde la portada muy en la onda de la época y que daba una imagen pop a una música que de una u otra manera lo vinculaba al folclor, es algo que da cuenta de una avanzada. El porvenir de Messone es cuento para otra cosa, pero "El ovejero", "El ciruelo", el tema titular del disco y su muy bonita versión de "El cigarrito" (editada por Víctor Jara meses antes", lo hacen un disco que demuestra una transversalidad no solo musical sino que también temática. Los 60' eran otra cosa, sobre todo a mediados de dicha década.



José Alfredo Fuentes - José Alfredo Fuentes y sus amigos (1966, Caracol)


Mientras acontecía todo este devenir hacia el folcore o más bien cómo el flocore devenía algo nuevo, entre el pop y los aires del canto protesta que venían desde el norte, El Pollo Fuentes se encumbraba como el fenómeno pop del año. Su tercer single (incluido en este disco), "Te perdí", volcó toda la atención de las radios y las revistas hacia este joven de 19 años, que con una composición propia instaló un hitazo, que hizo que la juventud y sobre toda las jóvenes pusieran como nuevo ídolo a este joven que venía de San Miguel (sí, otro más). Desde fuera pero también dentro de esa época, El Pollo solo era eso, un fenómeno pop, un Justin Bieber de la época, por años y décadas siempre invisibilizado, para mi generación un personaje televisivo, uno que participó en Chacarillas, queremos creer que sin saber muy bien de qué se trataba, pero esa era su imagen. Quizás menos cringe que la de Messone, porque El Pollo se nos hizo familiar, estaba metido en la once de cualquier casa de los años 90, pero sin embargo, sus canciones, si vamos a ella, y mas encima las propias como la ya nombrada "Te perdí" hacen que podamos revalorarlo. El hit ese creó algo. Creó un sonido que ni la Nueva Ola, ni el Neofloclore, ni menos La nueva canción, crearon. Una balada pero con un fraseo, unos arreglos y una candencia que fue replicada posteriormente por Los Tres, por Los Bunkers, bandas emblemáticas del llamado rock chileno. Dando a entender que la música chilena va por este carril. Paralelamente el movimiento beat nos hacía creer que el rock chileno estaba ahí, en esa replica media forzada de la música foránea, creemos que lo que realmente se estaba fundando estaba en esa canción y en otras más como "Te olvidaste de mi" o "Enamorado de mi". El Pollo Fuentes era la música popular de la época, como el mismo dijo hace muy poco, a mi me escuchaban de Plaza Italia para abajo, y por eso lideraba las carpas trashumantes de la Unidad Popular, porque el pueblo lo quería. Eso hay que atenderlo. 







 10 discos de los 60'

 

El 2021 más allá de asemejarse a tres años en uno, en todas las intensidades posibles, sean íntimas o colectivas, lo recordaré por escuchar mucha música nueva para mi. Desde chico he disfrutado escuchar música justamente cuando me encuentro con algo que jamás pensé que escucharía, es algo así como que en el desprejuicio está el gusto, o dicho de otro modo, en el desprejuicio se encuentra la novedad. Cuando facebook era la red social vigente, hace más de diez años, hacía cada fin de año un recuento de discos que marcaron el año, casi todos eran cosas más o menos recientes: Beach House, Dënver, MGMT, Protistas o el último de Kanye West. 

 El motivo de esta entrada más bien es proponer diez discos para nada vigentes, si es que no son la cosa más anticuada y poco vigente del mundo, pero que sin embargo a nivel personal descubrí durante este año en el cual tuve un acercamiento a la música chilena muy distinta a la que históricamente había tenido. ¿Cuál era ese acercamiento? Más menos el mismo que la gran mayoría del escucha interesado en la música chilena, que llega a los 70' o 60' buscando los "orígenes" del rock, en el entendido de que el rock es la música más validada o autentica que tenemos: el cliché ese del "rock chileno". No es el lugar para profundizarlo, pero sabemos que nuestra música, o la música hecha en los márgenes de este rincón del mundo, de rock poco ha tenido. Más bien ha sido un elemento más dentro del amplio abanico de sonoridades y géneros que pueblan la música popular chilena en sus 60 y pico años de existencia, si es que también tuviéramos la osadía de ponerle un comienzo preciso. Pero si rápidamente pudiéramos definir la música chilena, de lo que se ha tratado, es de siempre mezclar unas músicas que no tienen mucha relación.

Los 60', y eso es de conocimiento público, aunque a veces poco extendido, es sin duda la década más prolífica y más interesante en la historia de la música popular chilena. Lo validado: la Violeta, Víctor Jara y todos sus cercanos hasta el inicio del rock con proyectos como Los Jaivas o Los Blops, están inscritos en cierta historia - incipiente - de un canon ya establecido también por la musicología. Sin embargo, creemos que existe varios proyectos, cantantes, compositores y bandas, que tuvieron una popularidad excelsa pero que también mirados desde la perspectiva de sesenta años después tienen mucho que ver con bandas y discos editados en los últimos veinte años. Es una década que al mismo tiempo fue acompañada, con esa música, de grandes transformaciones sociales y políticas. Una generación admirable que fue capaz de instalar a fines de esa década a un gobierno popular y de transformaciones como en ningún otro país del mundo. Creemos que la música no es una cosa accidental, simple telón de fondo, sino que expresa con ritmo y canciones los procesos históricos de subjetivación.

El orden es cronólogico, para notar las mutaciones rápidas acontecidas en esos años pero también en cómo existen vasos comunicantes entre los proyectos, los compositores, y no es para nada una visión post 90' de la música: de que existen estilos y visiones que no conviven. En los 60', pero también quizás la década del 2010, la música solo es música popular, solo es pop: 

 - Los Ramblers - The Ramblers (1962-65, Odeon - Demon)


El acercamiento a la investigación de la música chilena de los 60' tiene un obstáculo que pareciera en estos tiempos no existir, pero sí: falta archivo. En el siglo xxi nos parece difícil sospechar incluso o imaginarnos que en Chile en la primera mitad de los 60' se vendían mucho discos. Y de hecho, el desprecio a la Nueva Ola, por los oyentes "críticos" o también por el oyente medio, es que fue un fenómeno comercial. El single de "El rock del mundial", editado poco antes del mundial, ya en dos semanas había vendido cerca de un millón de copias. Hoy en día eso sería un fenómeno pop aquí y en cualquier lugar del mundo. Es el disco más vendido pero si nos pusiéramos a comparar con otros proyectos paralelos sorpresas tendríamos. Por eso es muy lamentable constatar que a estos discos no se les haya conservado más allá de algunos que han tenido la perspectiva. En Chile se vendían discos, sobre todo la juventud, compraba esos artefactos pequeños, los 45, para compartirlos, bailar y cantar en las casas. Los Ramblers en eso fueron bastante populares, no sólo "El Rock del mundial" sino que una gran cantidad de hits que están incluidos en este lp que parece más un compilado que un disco propiamente tal. Eso, sabemos, vendrá mayormente en la segunda mitad de los 60'. En  la primera, aún se destila el single, el 45 pulgadas, y si hay lps, como en este caso, es una suma de los singles más algunas otras grabaciones adicionales. El problema de archivo con este disco es que su fecha de edición es 1965, pero una edición hecha por Demon, sello del importante productor Camilo Fernández 


Sin embargo el sitio Musica Popular en su entrada de The Ramblers, menciona que el 62 existió un lp pero editado por el sello Odeón: "La agrupación capitalizó el fenómeno con una gira nacional y el lanzamiento del LP Los Ramblers, que incluía el hit mundialista junto a temas como "Mucho amor" y "El twist del recluta"" Independiente de este dato el disco es quizás el primero de la música pop chilena con una trascendencia importante, porque no sólo está "El rock del mundial" sino que "Mucho amor", "El twist del estudiante", canciones icónicas de los 60', pero donde sobre todo la primera, muestra de que la banda tenía su coña como dirían los españoles. Los conciertos de Los Ramblers - sin archivo - pero a través de las crónicas o testimonios de los mismos sobrevivientes eran verdaderas fiestas de desenfreno y devoción, de baile y de griterío. Sin duda es la primera banda masiva y popular en Chile. 


- Luis Dimas y sus Twisters - Show de Luis Dimas y sus Twisters (1963, Philips)


 

 Los Twisters eran una banda, tal como Los Ramblers. En otra época hubiesen tenido un aura distinta, pues poseían dentro de sus filas cuatro compositores. Contando en primer lugar a Jorge Pedreros, sin duda uno de los más grandes compositores de la música chilena, por supuesto que también el mismo Dimas, pero lo más notable es que también Fernando Allende (baterista) y Franz Benko (guitarra) componían. Era una banda altísima, y muy joven. Si bien, lo suyo fueron también los singles, "Penas juveniles", por ejemplo, de autoría de Dimas fue uno de los grandes hits del año 62, junto al de Los Ramblers, y también a "Vida mía" de los Carr Twins. Hasta este disco, la banda no había grabado un lp, es que mirado desde hoy no era muy claro ni para ellos que lo fueran. Los Twisters eran la banda de apoyo de Luis Dimas, que fue el cantante más popular de ese año 63', su fama de ídolo juvenil es de ese año, no fueron largos años, no, fue ese año 63. Y el disco al ser en vivo da muestra de cómo la banda sonaba y actuaba. Uno escucha y sí, eran completamente una banda. Algunos pensábamos que era un disco compilado de los singles y otras versiones más pero no, en el lp se escucha a la banda en su mejor momento, interpretando gran parte de esos hits inolvidables. Y es notable poder escuchar cómo eran una banda muy juvenil, mezclando con humor la música, cosa que podríamos decir es un rasgo muy común en la música chilena. De Los Twisters pasando por Los Prisioneros y llegando a cosas como Chancho En Piedra. 


 


 Cecilia - Cecilia (1964, Odeon)



 Si el 63 fue para Luis Dimas, el 64 fue el año de Cecilia. Pero digamos que no solo el 64' el que sigue también y luego de eso Cecilia se encumbró como una artista, cantante y compositora en otro nivel, que la hacían incluso ser respetada por gente exterior a su circuito más pop como Patricio Manns o Violeta Parra, pero también ya se constituye como una referente para proyectos más noveles como es el caso del Pollo Fuentes. De todo el circuito joven de la Nueva Ola no tenemos duda de que Cecilia encarna una línea musical más original y auténtica. Pero su figura, su estilo y lo rupturista de su propuesta para la época la elevan como digna de todas las loas posibles. Aunque sean insuficientes hasta ahora aún. El primer lp de Cecilia compilaba varios de sus singles ya aclamados un año antes y sobre todo el despampanante "Baño de mar a medianoche".

"Fueron estos los cimientos de la primera gran revuelta de masas generada en Chile en torno a una cantante juvenil. Un par de años después de su debut solista, impulsada por canciones italianas como "Tango de las rosas" (1963), "Aleluya" (1964) y "Baño de mar a medianoche" (1964), Cecilia cobraba una popularidad hasta entonces insospechada para una cantante juvenil. A su manera, el fenómeno de Cecilia fue en Chile similar al que en paralelo provocaron los Beatles en Inglaterra y Estados Unidos. En los años de su reinado (1963-1965), fue ella quien lideró las listas de ventas y popularidad de la prensa y la radio; sus fans se agolpaban por multitudes en las radios, teatros y estadios donde se celebraban sus conciertos; y su nombre encabezó varias de las principales giras organizadas por el país en aquellos años" (Música Popular).




 

Pequeño homenaje a Luis Dimas y a La nueva Ola


Tengo el recuerdo de máquinas donde se ponían monedas para escuchar música y escuchar a Cecilia con “Baño de sol a medianoche”, al Pollo Fuentes con “Te perdí”, a Buddy Richard (…) También habían en la casa discos de un grupo que se llama Los Twisters que era la banda de Luis Dimas, donde estaba Jorge Pedreros (Jorge González).

Las influencias musicales o estilísticas en la música popular en apariencia pueden ser muy evidentes, es una de las expresiones artísticas donde más se ponen de manifiesto los plagios y cuestiones de ese tipo. Fenómeno extraño porque las categorías para validar una creación musical como realmente autentica son muy discutibles, porque de un u otro modo, la música pareciera haberse tocado y cantado desde tiempos inmemoriales. Y todo aquello llamado nuevo, pareciera citar y reinterpretar otras músicas que ya se han venido haciendo desde siempre. Como la música popular o el pop –para situarnos –es algo muy reciente (no más de sesenta años), las genealogías o precursores de estilos o géneros, o incluso en el establecimiento de un sonido nacional o regional, no está del todo definido. En la música popular chilena se ha establecido cierto canon, ciertas genealogías que partirían principalmente bajo el nombre de Violeta Parra, o en Margot Loyola. No obstante, poco se ha enhebrado la herencia que pudieran tener músicos, compositores e intérpretes, que fueron contemporáneos de aquellas referentes pero también de otros y otras que forjaron el movimiento político ligado a la canción más grande que ha acontecido en Chile y quizás en Hispanoamérica: La nueva canción. Sin embargo, el pop, el gran pop hecho en Chile durante los 60’ no ha sido recepcionado ni tampoco muy referido como influencia o herencia desde los 90’ hasta la actualidad. Excepciones serían las de Buddy Richard o en menor grado (aún) la de Cecilia

Esa música pop tiene una inscripción bajo el nombre de La nueva ola. Como toda escena o movimiento musical lo heterogéneo y lo diverso de las propuestas agrupadas son la causa para que el periodismo o la crítica de la música hecha por jóvenes necesita de estos motes, pasó ahí y ha pasado en sesenta años. Se debe, entre otros a Ricardo García, como a Camilo Fernández, famosos productores de la época, el de realizar la versión local de las distintas nuevas olas que acontecían en todo el mundo. Sin embargo, para todas las historias y lecturas de la música popular chilena, y en específico del rock, La nueva ola es solo un antecedente, algo anecdótico, una mera moda, pasajera y evasiva, sin dignidad para ser leída en términos críticos, ni mucho menos plantearla como la génesis misma del pop chileno. La crítica (escasa) sólo ha tratado de enarbolar ese mito llamado “rock chileno”, así como exhaustivamente ha examinado la música de raíz folclórica. ¿Pero el pop?, el pop no tiene importancia, es simplemente para bailar y pasar el rato.
 

Luego de la edición de los singles iniciadores de La nueva ola en 1960, de Nadia Milton y Peter Rock, en solo dos años ya no consistía en la mera reproducción de hits anglos, sino que en una serie de proyectos que comenzaron a interpretar canciones gestadas por jóvenes chilenos. Entre esas está “Vida mía” de Carlos Carrasco que interpretara bajo el nombre de Los Carr Twins junto a su hermano; o “La balada de la tristeza”, primer hit de Ricardo Toro, compuesto por el mismo e interpretado bajo el seudónimo de Buddy Richard; qué decir de las canciones compuestas por Jorge Pedreros, que ya formaba parte de la banda Los Twisters pero que se dedicaba con apenas 20 años (edad de casi todos estos jóvenes compositores) a componer para otros proyectos, tal como “Entre la arena y el mar”, cantada por Peter Rock en el año 63’; pero también las dos baladas interpretadas por los Red Juniors que compuso Pedreros junto a Hugo Beiza, “A tu recuerdo” y “Al pasar esa edad”. Sin embargo, ya el mismo Antonio Zabaleta había compuesto “Piensa” interpretada junto a su hermano Miguel en Los Red Juniors, pero también por Luis Dimas y sus Twisters un par de años después. Toda esta constelación de canciones y músicos ocurre entre el 62 al 63, y todas estas canciones están alojadas en un inconsciente sonoro de nuestros abuelos y padres, de esa generación joven que encarnó la aceleración de los tiempos tardo capitalistas, y que vibró y se educó sentimentalmente a los 15 años pero que muy pronto elegiría a la Unidad Popular, encabezada por Salvador Allende, para la transformación social y cultural de este país. Hay una cita, un encuentro, en ese proceso, del cual casi nada se ha escrito.

 


 


En esa constelación Luis Dimas es un vecino, está muy cerca, y ya forma parte de La nueva ola al haber grabado su primer single de manera solista el año 61, el famoso “Let’s Twist Again” de Chubby Checker. Su pretensión, como la mayoría de sus coterráneos era emular a los artistas del norte, romperla con un baile nuevo (el Twist), porque la música hasta ese momento estaba asociada al baile: no habían canciones sin un baile (curiosa relación se podría armar con nuestros actuales tiempos “tiktokeros”). Sin embargo, en ese proceso, Dimas ya formaba parte de una escena de músicos jóvenes que golpeaba puertas en las radios y en las discográficas, pero que al mismo tiempo compartían influencias y se contaminaban musicalmente. No solo con el twist, el rock & roll o las baladas tipo “The Platters” o Paul Anka, sino que con la música que esos jóvenes habían escuchado cuando niños: el bolero, el tango o el mambo. De ese mestizaje o fusión saldrían las composiciones juveniles de esos años, no solo en las baladas ya enunciadas, sino en el sonido que Dimas encabezaría junto a los Twisters. El año 63’ es el año del clímax para Dimas, porque graba junto a su banda el single “Penas Juveniles”, canción compuesta por el mismo y que tiene una extraña fusión de estilos que ya no puede simplemente plantearse como una copia, como una versión chilena o sudamericana de lo que ocurre en el primer mundo: existe una traducción de algo exterior pero que al mismo tiempo constituye algo genuino y singular. Una música nueva, una música que solo podía ser realizada en este rincón del mundo. 

 


 

En esta época ya los conjuntos o como llamamos hoy las bandas, eran varias, no solo Los Twisters, sino que por supuesto Los Ramblers. Así como también Alan y sus Bates o Pat Henry y los diablos azules. Se trata de un solista que es acompañado por una banda pero que no son solo de acompañamiento, ahí se encuentran incluso compositores de las canciones como es el caso de Los Twisters. Luis Dimas era parte de Los Twisters, componía y por supuesto que también Jorge Pedreros, pero además Fernando Allende, baterista, y que de su autoría es uno de los clásicos asociados a Dimas: “Me recordarás”. Pero también en la banda componía el guitarrista Franz Benko, que en colaboración con Pedreros editarían “Sueña”, siendo el guitarrista luego de la disolución de los Twisters un ingeniero en sonido bastante importante y respetado, que incluso llegó a trabajar con Víctor Jara en el disco La Población. Qué decir de Pedreros, que compuso “Caprichito” –el quizás más clásico de los temas interpretados por Dimas –y  que era sin duda el director de la agrupación, no solo arreglando las canciones sino que haciendo de las presentaciones de Los Twisters verdaderos shows, no solo con música sino con humor, parodias y chistes. Dimas y Pedreros en eso siempre fueron los mejores y que inauguran una tradición en Chile que liga música popular al humor, que luego continuarían gente que en principio estaría en un lado más serio y comprometido como Víctor Jara, pero que en muchas de sus canciones el humor está presente. Pero de manera más manifiesta ese humor ha estado en Florcita Motuda, en Los Chancho en Piedra, en los inicios de Los Prisioneros, sobre todo de parte de González y Narea. En los 90’ Los Tres hacían del humor algo muy suyo, tanto en el en vivo como en sus discos. Y en la actualidad alguien como Cristóbal Briceño lo encarnaría, citando a gente como Felo. Pero incluso Mon Laferte tendría altas dosis de humor en su propuesta artística. 


 

 Los Twisters estuvieron activos gran parte de los años 60’, con una discografía de lp’s como singles, giras y conciertos por todo Chile, y mucha exposición mediática en las revistas de la época e incluso con repercusión fuera de Chile. Ya que Los Twisters prueban suerte en Argentina, relación de la cual poco se ha hablado, pero no deja de ser extraño que la aparente distancia de la música chilena con la argentina haya sido vivida de una manera totalmente distinta en sus orígenes. Palito Ortega debutó prácticamente en Chile (llamado artísticamente acá Nery Nelson) y su banda de acompañamiento fueron nada menos que Los Twisters aunque sin Dimas un par de años antes, cuando se hacían llamar Los Lyons, a fines de los años 50. Fue tal la fama de Los Twisters en Argentina, que al igual que Los Jaivas, diez años después -¡solo diez años que parecieran 40! – pasaban como banda argentina, y sus propias canciones eran interpretadas por otras bandas locales. Dimas alguna vez señaló que aconsejó a Sandro en sus comienzos, aunque acá en Chile ese tipo de declaraciones alimentaron una fama que tuvo hasta su muerte, de ser un mitómano, un tipo que hablaba de más sobre su talento, sobre lo que logró o no logró. Pero que al mismo tiempo funcionaba como mecanismo de defensa ante el desprecio que en Chile desde los años 70 se posó sobre él. 

 En este sentido el caso de Luis Dimas no deja de ser paradigmático para el cariz común bajo el cual han navegado nuestros músicos populares. Luego de que entre el 63 al 65 Dimas tuviera mucho éxito en Chile, muy rápidamente deja de tener vigencia y de ser un ídolo pop juvenil, ya a fines de los años 60’, en el ocaso de La Nueva Ola que coincide con una serie de transformaciones sociales y políticas que vive el país, tuvo que probar suerte fuera del país. Los años 60’ fueron vertiginosos y la aceleración se convertía en regla, porque rápidamente Dimas, de ídolo juvenil y de masas había sido relegado a un lugar vacuo, ni siquiera de entretención, cuando la escena de la Nueva canción chilena comenzaba a ser hegemónica y se acercaba la importante elección del año 70’. Dimas incluso estuvo gran parte de la década siguiente en Canadá teniendo una carrera tocando y cantando en hoteles, acompañado de una banda de rock llamada Taurus 33, volviendo recién en los años 80’ a radicarse a Chile, cuando él era solo un mero recuerdo de esos años extintos y lejanos años 60’. Tal como ha testimoniado la única biografía o libro dedicado al cantante, editado por los periodistas Sergio Benavides y Sebastián Montecino.

 

 

Lo que Chile terminó ofreciéndole a Dimas fue solo tocar en las boîtes de la época, codeándose con la bohemia dictatorial liderada por Álvaro Corbalán, entre lentejuelas y saques de cocaína. Dimas no volverá a ser el cantante irruptivo y casi subversivo de los 60’ sino una imagen congelada, dramática y vergonzosa de sí mismo. Esto es lo que el film Takilleitor (1998) de Daniel de la Vega expresa, aunque haya sido una película injustamente comprendida. Se debe, básicamente, a que cualquier cosa que tocara Dimas en el contexto de la transición sería tratada de decadente. La película, mirada desde hoy, tiene elementos que coinciden con cosas que alguien como Cristián Sánchez realizaba en la misma época, contiene una manera quizás muy chilena de hacer cine que tiene una herencia en Raúl Ruiz. No nos parece la peor película del cine chileno como muchos artículos de prensa dijeron y hoy día, con la muerte de Dimas, reproducen. Dimas hace una actuación notable y se ríe de sí mismo, pero lo más importante, da cuenta de que el Chile neoliberal, en su cúspide, fue perverso con los objetos culturales del pasado reciente del país. Es lo que la Dictadura logró cortar el devenir de un país, romper y hacer fisura con el pasado, para refundarlo, y con ello borrar toda hebra de aproximación con nuestro pasado reciente. Lo hizo con Dimas particularmente pero también con gran parte de los músicos y músicas de los años 60’, los trató de la misma manera: objetos vacíos y vacuos de la nostalgia de un país que ya no existe y que no tiene ninguna mínima intención de aproximación cultural, porque en definitiva, la música popular no tiene relevancia para el Chile del libre mercado. 


 

*Este texto, era en principio un homenaje en vida a Dimas, pero también a la Nueva Ola, que tan injustamente ha sido tratada. Un mínimo de disculpas de mi generación, formada en el neoliberalismo, que despreciaba a Dimas pero incluso también a toda la música de los años 60’, incluida la canción legitimada cultural y académicamente (La nueva canción chilena).