Cecilia, incomparablemente ignorada



Hace muy poco supe de la existencia del disco Gracias a la vida de Cecilia, hace también muy poco logré dimensionar la grandeza de Cecilia. Gracias a Mon Laferte quizás, pero gracias también a una serie de investigaciones que están apareciendo en torno a la música chilena de los años 60, de una generación de cantautores y músicos absolutamente brillantes y que fue detenida brutalmente con el golpe. Siempre se tuvo la caricatura de la Nueva Ola y de Cecilia dentro de ella, una caricatura fabricada por la Dictadura, que los convirtió en emblemas del facherío y la superficialidad del espectáculo, pero también, en complicidad de cierta intelectualidad crítica de izquierda que miró en menos a los músicos que parecían simplemente recoger la música foránea, imperialista, sin relación con "lo nuestro". Sin embargo, se dice que Víctor Jara tenía una admiración grande por el Pollo Fuentes, que lo respetaba por ejemplo; también se sabe que la prehistoria de una banda como Congreso fue en la escena de la Nueva Ola; pero el dato de este disco, hace que ese abismo -supuesto- entre la Nueva canción chilena y La nueva ola fue más algo de los periodistas y los incipientes y conservadores medios de difusión más que de los músicos mismos (y de la música misma también). Cecilia le dedica este disco íntegramente a Violeta Parra, no sólo porque versiona su clásico (que hasta esa fecha no era la cumbre que es hoy) sino porque a ella le afectó de sobremanera su muerte, la veía en otra vereda, pero la sentía muy cercana. El disco es brillante, suena muy actual, y puede ser que ha pasado demasiada agua bajo el puente, demasiada música, sobre todo en estos últimos veinte años para aseverarlo. El disco contó con una producción acorde al nivel de artista que era Cecilia por la época, con una orquesta de primera categoría, no sólo traía “Gracias a la vida” sino que cerraba con una versión experimental, casi krautrock me atrevo a decir, de nada menos que de “Plegaria a un labrador”. Era una declaración de principios, en pleno año de la llegada de la Unidad Popular. Y a Cecilia le costó caro, el disco fue un fracaso, porque su público no lo entendió y el oyente de izquierda veía en Cecilia a un chiste momio, algo ridículo. Siendo que es el pináculo de ella, pudiendo ser el comienzo de una artista que se atreve a hacer otro tipo de música, pero por el contrario fue el comienzo de su debacle. Su último disco de hecho, nunca más volvió a grabar. Dando cuenta que la recepción cultural en nuestro país siempre ha sido bastante mezquina, bastante displicente con los artistas que viven al lado tuyo, que circulan por tu ciudad. Cecilia tuvo que refugiarse en la bohemia de la dictadura, entre lentejuelas y ray-ban de CNI, pero se transformó en Leyenda, en la Incomparable, en un ícono de las tempranas disidencias sexuales de plena dictadura, viviendo y encarnando un profundo devenir menor. Me queda la sensación que en otro hipotético momento histórico, en otro hipotético país, con otros y otras que se encontrara, hubiese proliferado una música increíble que no alcanzamos a oír. Es triste su historia. Tan triste que el master de este disco se perdió, se dice que los milicos lo quemaron o lo perdieron, porque salía el nombre de Violeta Parra y Víctor Jara en los créditos, pero también, no fue conservado por otros que por prejuicio no lo iban a hacer, qué se iba a conservar un disco de Cecilia, que ordinariez. Hoy, solo pervive en este archivo de youtube, subido desde el sonido de un vinilo sobreviviente.