Gepe - GP (2012)





Nadie se hubiera imaginado el año 2005, que Gepe en siete años estaría declarando públicamente que le gusta el reggaeton  y que es una de sus influencias para su nuevo álbum. Totalmente inimaginable. Tomando en cuenta que Gepe pertenece – en principio –a un público que es lo radicalmente opuesto a la estética reggaetonera, es decir, representa a un estrato de personas que se cultivaron con música más alternativa y que pertenece a lo que en Chile se llama lo “Indie” o “hipster”. Mucho prejuicio contra Gepe, pero habría que reconocer que aquel segmento juvenil fue fundando por el mismo vocalista –aunque acá se debe señalar también a músicos como Javiera Mena y Alex Anwandter – dando paso a algo así como la voz de la década de los 2000, con ese disco emblemático que es Gepinto (2005). Mucho pasó desde ese tiempo, pero siempre existió en Daniel Riveros un sello distintivo que no hace tan extraña la declaración que comentamos, siempre el músico fue un poco rupturista con el propio contexto que él se ha creado. Recordaremos que Taller Dejao fue una banda que realmente no tenía parangón por la época, sólo un bajo y una batería, cimentó una onda muy carnavalesca y hippie (de la cual fue precursor), pero rápidamente Gepe se desencasilló y armó su proyecto solista. En un principio lo etiquetaron como el nuevo Víctor Jara por su onda folk, claramente Daniel Riveros estaba para otra cosa y trató con Hungría (2007) de sacarse ese estereotipo, presentándose públicamente en un programa de televisión sólo con su notebook como acompañamiento musical. De hecho, esa época casi-electrónica sólo duró hasta Audiovisión (2010) donde lo minimalista quedó en el olvido haciendo un disco muy orgánico, donde lo principal era el acompañamiento de una banda y el tono era un folk con otro tipo de influencias. El primer single (“Por la ventana”) nos asombró a varios, por lo festivo y pop que sonaba, en contraste con lo más melancólico que en supuesto era su música. Esa festividad que se anunciaba en algunos tracks de Audiovisión es llevada a un límite en el cuarto larga duración del músico, GP.

Todo este preámbulo es para señalar lo siguiente: Gepe es un artista que siempre se ha curtido de este tipo de provocaciones. Le son inherentes. Esta es la herencia que ha recibido de Jorge González. ¿Quién se iba a imaginar en el año 84, mientras se escuchaba La Voz de los 80, que seis años después haría algo como Corazones? Con Gepe es exactamente lo mismo. De seguro nunca su público ha sido el mismo, porque jamás ha sido condescendiente con un formato establecido. Cuando hay gente que señala que cierta música es comercial y no es política, me gustaría que pensaran que precisamente aquellos que son tan consecuentes con cierta política son los más comerciales, porque se han dejado subsumir bajo un mercado determinado. Lo realmente político en una banda o artista de música popular es ser totalmente leal a su propio delirio, a sus propias ideas musicales que están por encima de cualquier oyente. El espectador no importa, el público es un agregado pues pasa como todo, pero la música, la obra es la que permanece. Gepe es el mayor heredero de Jorge González, no sólo por este tipo de cosas relacionadas con cómo operas y haces circular tu nombre, sino también por la calidad de su obra. No exagero al decir que con Gepe estamos a la altura de un artista como JG, es más, me parece un despropósito venir a decirlo, pero lo enuncio para algunos incrédulos, que banalizan a un artista como Gepe. Pero que lo más seguro que en diez años canten sus canciones y se den cuenta que estas (los temas de GP) están musicalizando este momento histórico en particular, así como Gepinto lo fue para a mediados de la década de los 2000.

Gepe está un poco adelantado, de hecho creo que es el tipo más adelantado de nuestra generación, pareciera que está siempre unos cinco o diez pasos más adelante. Hay que ser bien desprejuiciado para poder entenderlo. Por ejemplo lo que a varios nos pasó con “En la naturaleza”, pues de entrada realmente Gepe consigue descolocarte con esos timbales, el rapeo de Pedropiedra y el coro ultra pegajoso que suena a un reggaetón. Debo reconocer que me espanté en un principio, pero sin lugar a dudas en el contexto del disco se escucha mucho mejor. Sobre todo al lado de temas que tienen esa onda más latinoamericana, como “Platina”, “Fruta y Té”, “Bailar bien bailar mal”, “Bomba Chaya”, entre otras. El disco tiene una vibra impresionante, pareciera a ratos que el tipo que escribió estas canciones no es el mismo que escribió obras como Gepinto o Hungría. Aunque a ratos lleguemos a la sensibilidad Gepe, en temas como la bellísima “Campos Magnéticos” o el cierre con “Un gran vacío”. Lo que predomina en el disco es el baile, entre la exorbitante percusión y los vientos.

Sin embargo el disco está muy fresco aún para hacer comentarios más gruesos, sólo diría por ahora que Gepe se consolida, ciertamente por tener un sonido que no se parece a absolutamente nada de lo que circula, no sólo en Chile o Latinoamérica, sino que a nivel mundial. Hay muchas influencias, por cierto, la música andina, el reggaeton, el reggae y el ska, así como también el pop que Gepe encarna de forma natural, todas esas influencias no superan a la obra singular del músico. Sobre todo en la manera de encarar las letras, ya no son letras a un nivel poético y abstracto, como había sido su estampa, sino que historias que narran cosas muy cotidianas, como tomar el desayuno o ir a la casa de alguien que ya no está contigo. Hay frases de canciones realmente hermosas como la de “Con un solo zapato no se puede caminar”, que relata un sin fin de nombres propios haciendo un llamado a algo así como masa anónima de un porvenir. En general, las letras pese a ser muy sencillas tienen algo épico en sus imágenes, yo me aventuraría a decir que poseen algo bastante político que deberíamos poder leer. Pero claro, con Gepe jamás las cosas son tan directas y fáciles de digerir, como en apariencia algunos lo crean.


* Artículo publicado en la Revista Spazz en la primavera del 2012.