Lo del jueves recién pasado estaba pensando como
un cierre de época, si el fin de un proceso de presentación de un disco fuera
una especie de “época”. Hay bandas – sobre todo internacionales -que pasan tres
o cuatro años presentando un disco, al parecer acá en Chile eso sería un
exceso, del cual el exigente nuevo público de música (¿de rock?, ¿de “Indie”?) actual
no estaría dispuesto. De eso hay que hablar, no sé si mucho se ha hablado del
público (no del consumidor, está claro) que asiste a la llamada escena de
nuevos músicos chilenos. No es el público efusivo, mucho más hincha de las
bandas en los años 90 o principios de la década que pasó. Esta generación
pareciera que asiste a un evento más de corte cultural que a un espectáculo de
rock, como tradicionalmente se ha entendido. Todos sentaditos, muy compuestos, por
ejemplo nadie saca un cigarro (de hecho, el que escribe, hace un tiempo se le
ocurrió prender un cigarro en un recinto como el Teatro Oriente y casi es
expulsado con guardias de seguridad), ni mucho menos un “cigarrillo” de
marihuana. Las cosas han cambiado, apenas tímidamente algunos cantan las
canciones o agitan las palmas. Quizás eso no importa, pero es parte del show, o
más bien, es parte de la configuración de lo que llaman la escena del nuevo pop
chileno. Pensaba durante el show, que una de las razones por la cual Gepe sale a
escena un poco más híper ventilado de lo habitual, es porque el público está
muy empaquetado. Con la libertad y seguridad que tiene Gepe de habernos
reunidos a todos ahí, trata constantemente de ponernos incómodos. Gepe
pareciera siempre querer ser otro que es, no el líder musical de una camada de
bandas y músicos, sino que un tipo medio atarantado, que hace playback con “Loser”
de Beck o hace nuevas versiones de sus minimalistas canciones con arreglos de
electrónica bailable, que podrían sonar de mal gusto (ejemplo es “No te mueras
tanto”).
Ya estamos muy lejos de la época más introspectiva
o melancólica de Gepinto (el jueves sólo tocó “Los Barcos” y el ya clásico “Namás”).
Lo de Gepe ahora es entregar una vibra o cierta energía, que tiene relación con
una idea de lo común, que Audiovisión
encarnó, y que al parecer será el camino en el próximo disco. No sólo en el
tema que abre ese disco y abrió el show (“Amigos Vecinos”), sino que también
por su elaboración, mucho más de forma colectiva y no en el sello del trabajo
autoral, que es más personal. También se nota esta cuestión en sus letras, más
de entregar mensajes, que la apuesta por las formas inconexas de Gepinto y Hungría: en Audiovisión
existe una reunión en torno a algo, que no se sabe muy bien que es, pero que
todos experimentamos al escuchar sus canciones. Porque si existe un mensaje
tiene que ver con el movimiento, con el baile, con la emoción, cosas bastante
abstractas que sólo pueden ser vehiculadas por la música de Gepe, su lírica, y
también con las coreografías de la compañía de teatro que fue parte del show
del jueves. En “12 Minerales” se demuestra, la coreografía sintonizaba muy bien
con el “cada uno se vuelve otro, cuando algo te cambia” o como ya decía, con la
entrada de “Amigos Vecinos”. El mensaje que uno podría leer en la apuesta
estética de Gepe es una apelación a lo común, a lo colectivo, por sobre la
individuación en la que vivimos cotidianamente. Las canciones de Audiovisión siempre tratan de apostar
por esta cuestión, en “Alfabeto”, en “La Bajada”, hasta en las más “románticas” como “Ayelén”
o “Un Día Ayer”.
El show del jueves fue la despedida de esta
singular visión, eso que Gepe alguna vez señaló respecto de los discos: “estos
tienen que traer una especie de religión”. Si cada disco de Gepe se leyera así,
la defensa de lo común y de lo colectivo serían la religión que transmite Audiovisión. Sonaron tres canciones
nuevas, no sabemos hasta ahora cual será la nueva religión que Daniel Riveros
está creando, lo que sí, es que Audiovisión
será leído en unos años más como un despertar. El despertar de la idea de una
cierta comunidad. Chau Audiovisión.
* Comentario al show de Gepe en el Teatro Oriente el 1 de diciembre del 2011. El texto fue escrito unos días después de aquella presentación.